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40 AÑOS DE LA DESAPARICIÓN DEL PTE

TRAS FRACASAR EL PROCESO CONSTITUYENTE Y TRIUNFAR LA REFORMA POLÍTICA

AUTOR: Pedro Barragán Cárdenas

Oct 25, 2020

 

Los años 60 fueron años difíciles en la lucha contra el franquismo en España. Los militantes comunistas del PCE y un sector de los cristianos de las comunidades de base fueron el núcleo de la resistencia social por la democracia y la justicia social.

Fue en estos años también cuando se produce el desarrollo de las teorías eurocomunistas de Santiago Carrillo y la división del comunismo internacional, visualizada en la separación de la URSS y China. Fruto de esta situación, en la segunda mitad de esta década de los 60 y en la primera de los 70, se produjeron numerosas escisiones del PCE y la creación de otras nuevas iniciativas desde otros orígenes. De este conjunto de organizaciones, a mediados de 1970, en el momento de la muerte de Franco, dos habían alcanzado una importancia social destacable: El Partido del Trabajo (PTE) y la Organización Revolucionaria de Trabajadores (ORT).

La unidad de la oposición en 1976 reclamando un proceso constituyente

Tras la muerte de Franco en noviembre de 1975 y la salida vergonzosa del Sahara, 1976 tuvo un comienzo duro. En marzo se produciría la matanza de obreros en Vitoria y en mayo los asesinatos de Montejurra, junto con otros muchos muertos por toda España.

Hasta ese momento, la oposición estaba dividida en dos organismos diferentes: (1) La Junta Democrática, cuyo principal componente era el PCE, constituida en 1974 y (2) La Plataforma de Convergencia Democrática, cuyo principal impulsor era el PSOE y constituida en junio de 1975. En marzo de 1976 se unifican en Coordinación Democrática (la Platajunta) integrando a todos los componentes de ambos organismos.

Esta nueva estructura unitaria de toda la oposición adoptó como programa la amnistía, las libertades políticas plenas y un proceso constituyente. En la creación del organismo unitario jugaron un papel importante el PTE desde la Junta Democrática y la ORT desde la Plataforma. Junto a ellos, la personalidad independiente de Antonio García-Trevijano volvió a jugar un papel decisivo. Promotor de la Junta Democrática dos años antes, promotor de la Platajunta en 1976, ocupó un papel central en el nuevo organismo como presidente del mismo y firme defensor del proceso constituyente. Contó con el respaldo del PTE, de la ORT y de los independientes.

La negociación de la ruptura democrática con el gobierno posfranquista

El 4 de septiembre de 1976 Coordinación Democrática, reunida en el hotel Eurobuilding de Madrid, acordó iniciar las negociaciones del proceso constituyente con el gobierno de Adolfo Suárez.

Se nombraron dos delegados, siendo uno de ellos Antonio García-Trevijano. El PSOE trató de impedirlo y postuló a Enrique Múgica para el puesto de García-Trevijano. El resultado de la votación fue de catorce votos para García-Trevijano, ocho a favor de Enrique Múgica y tres abstenciones. A partir de ese momento todo se rompió. El PSOE, con el apoyo de los medios de la época, lanzó una campaña de difamación contra García-Trevijano acusándole falsamente de actuaciones en la descolonización de Guinea ajenas a él.

Se bloquea la negociación, pero las fuerzas favorables a la ruptura democrática para la apertura de un proceso constituyente logran incorporar al organismo unitario a la Assamblea de Catalunya, la Assamblea de les Illes (Mallorca, Menorca e Ibiza), la Coordinadora de Fuerzas Democráticas de Canarias, la Taboa Democrática de Galicia y la Taula de Forces Politiques y Sindicals del País Valenciá. El PSOE trató de evitarlo para que los estatutos de autonomía no se incorporasen a la negociación. El organismo de la oposición pasó a llamarse Plataforma de Organismos Democráticos.

En plena campaña contra García-Trevijano, “The PSOE’s very salutary destruction of García Trevijano as a creible political figure” según el famoso cable de la Embajada americana de Madrid a la Secretaría de Estado, el 27 de noviembre se celebra una reunión de partidos de la Plataforma de Organismos Democráticos con partidos socialdemócratas, democristianos y liberales para nombrar una comisión negociadora con el gobierno. Se eligió a nueve miembros, todos reformistas, que aceptarían la Reforma Política de Suárez y que tan solo negociaron cambios en la ley electoral que les beneficiasen. El PTE y la ORT consiguieron aglutinar a 13 organizaciones que se opusieron a la Comisión Negociadora, Comisión que nunca llevó a la negociación el programa de la Plataforma ni informó de sus contactos (“Del pacto al chanchullo” tituló la editorial El País el 13 de enero tras la primera reunión de la Comisión con Suárez).

La situación en España en 1976

Tras el contacto, en diciembre de 1975, entre el rey Juan Carlos y Santiago Carrillo, el siguiente Comité Ejecutivo del PCE, ya en enero de 1976, acuerda eliminar las referencias críticas al Rey y reducir la movilización social, esperando se le permita participar en la reforma política que se prepara.

Sin embargo, 1976 sería el año con la mayor movilización social en España. El PTE, la ORT y el resto de las organizaciones que defendían la ruptura democrática por un proceso constituyente desplegaron una implantación social sin precedentes. En la Universidad, en las fábricas, en el campo, en los cuarteles, surgían organizaciones sociales defendiendo sus derechos propios y ligándolos a la recuperación de la democracia. Su peso social creció rápidamente y lideraron todo el proceso de lucha social y en la calle por las libertades y la democracia.

El clamor social por la democracia era tremendo y el reformismo tuvo que recurrir a la manipulación social y mediática para conseguir perpetuar las instituciones franquistas (Policía, Tribunales, Corona, Ley de Amnistía para los crímenes franquistas, etc.). Solo el respaldo del PCE a Suárez le permitió a éste llevar a cabo su reforma.

Paralelamente, la represión fue tremenda. El Archivo de la Transición contabiliza, solo en 1976, 24 muertos por la represión en España por actividades como las de hacer una asamblea en una huelga, manifestarse por la amnistía, hacer una pintada, etc.

La Reforma Política se habría quedado aún mucho más atrás de lo que fue sin la presión social que estas organizaciones desarrollaron durante 1976 y 1977 por un proceso constituyente y la democracia plena.

El precio pagado por el PTE, la ORT y las organizaciones rupturistas por su defensa del proceso constituyente

El acuerdo reformista consistió en el mantenimiento de las instituciones franquistas y en la prohibición de participar en el proceso electoral de 1977 al PTE, la ORT y al resto de organizaciones rupturistas.

El daño causado a estos partidos, impidiéndoles participar en el proceso electoral, en un momento en que los partidos aparecían a los ciudadanos por primera vez en televisión y en los medios, es incalculable. Se les impidió además una presencia parlamentaria que hubiese dado continuidad a su proyecto político.

Su fuerte implantación política y el dominio de los entresijos legales, les permitió presentar candidaturas con otros nombres y formulaciones a las elecciones de junio del 77. El resultado fue el siguiente: El PTE (en Catalunya en coalición) 266.562 votos (el 1,45 %) y la ORT 77.575 votos (0,42%).

El precio pagado por su empeño democrático les dejaba al margen del proceso político, sin representación parlamentaria y sin vehículos de financiación.

La unificación

Legalizados tras las elecciones del 77, ambos partidos continuaron su actividad política tratando de representar al sector social de la izquierda que el acuerdo contra natura de Santiago Carrillo con Adolfo Suárez, dejaba huérfano políticamente. Acuerdo contra natura que tanto Carrillo como el PCE pagarían en el futuro inmediato.

En las elecciones generales de marzo de 1979 obtuvieron, sin embargo, un resultado similar al de dos años antes, en el 77. El PTE (sin coalición en Catalunya) alcanzó el 1,07% y la ORT el 0,71%.

Sonaron todas las alarmas. Se estaba cayendo en la marginalidad. La sociedad, encantada con el ejercicio de las nuevas libertades políticas, olvidaba a las organizaciones que se habían dejado el pellejo para conseguirlas. Eran, además, un espacio dividido que tendía a difuminarse en la sopa de siglas a la izquierda del PCE. Había que hacer algo y había que hacerlo ya.

Al mes siguiente, abril de 1979, estaban convocadas las elecciones municipales. Las candidaturas ya estaban cerradas. Se acordó unificar los dos partidos y se adoptó el nombre de Partido de los Trabajadores de España (PTE). No era posible modificar las candidaturas municipales ya presentadas. Pueblo a pueblo, ciudad a ciudad, se analizó cuál de las dos candidaturas tenía más posibilidades y se retiró la otra. El resultado no fue malo, se consiguieron 335 concejales.

Crisis y disolución

Son varias las razones que se han apuntado para la crisis y disolución del PTE.

La unificación se realizó de forma precipitada, sin dar tiempo a un proceso de debate y maduración, presionados por el inminente proceso electoral.

El partido sufrió un fuerte acoso policial por las supuestas actividades ilícitas desarrolladas para financiar las campañas electorales y la apertura de las sedes sociales (la desaparición de 101 millones de pesetas en Correos de Cibeles el 30 de abril de 1979 y los militantes del PTE detenidos en Navarra el 27 de octubre de 1979 por distribuir billetes falsos, fueron supuestamente achacados a una estructura paralela del PTE para financiarse).

A estas dificultades se sumaron las reticencias desde Andalucía, principal organización territorial, a una renovación total del partido.

En realidad, subyacía la crisis más general del modelo de partido. Era patente que el modelo de organización desarrollado para la lucha clandestina contra el régimen franquista no servía para la democracia. A esta evidencia se sumaba la propia crisis internacional de las organizaciones de la izquierda radical en los países desarrollados para obtener mayorías sociales y el descrédito en Europa de la realidad social de los países del Este, que pocos años después entrarían en crisis con la desaparición de la URSS y del Pacto de Varsovia.

Sin embargo, los dirigentes que defendieron en sus propuestas la renovación del modelo de los partidos comunistas, incorporando el ecologismo y el feminismo y apuntando hacia lo que hoy se denomina populismo, no consiguieron contener la disolución en 1980.

 

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